Gálatas 6.2-5

Nuestra presencia silenciosa durante el tiempo de dolor de otra persona dice más que cualquier consejo. Piense en las veces que llevamos nuestras cargas ante el Señor en oración. Tan solo el experimentar su presencia aligera el peso que hemos estado cargando. La manera en que Dios responde a nuestro dolor revela cuán vital es que estemos presentes para quienes nos rodean.

El Espíritu Santo nos guía para saber cuándo hablar y cuándo guardar silencio. Si le damos control, nos recordará cómo Dios nos ha ayudado, y esos recuerdos pueden consolar a otros. Quienes sufren encuentran esperanza al ver que Dios fue fiel con alguien más y también lo será con ellas.

La compasión cultivada en nosotros por el Espíritu Santo puede manifestarse en diversas formas de ayuda práctica a nuestro prójimo: desde entregar una comida hasta ofrecer transporte o apoyo económico. Orar por un amigo o compartir un testimonio edificante con un hermano en la fe son expresiones valiosas, pero no deben ser las únicas. Si deseamos ser instrumentos útiles en manos de nuestro Padre celestial, debemos mantenernos receptivos a su guía sobre cómo amar a quienes nos rodean (Jn 13.34).

BIBLIA EN UN AÑO: PROVERBIOS 29-31