«No sé dónde estaría hoy si mi mamá no hubiese orado por mí. Creo que ni siquiera estaría vivo», comentó mi amigo Rahim, un exadicto que había estado preso por distribución de drogas. Un día, mientras tomábamos café, compartió sobre el cambio que habían producido en su vida las oraciones de su madre. «Aunque la había dxecepcionado terriblemente, seguía amándome con sus oraciones. Estaba metido en muchos problemas, pero si ella no hubiese orado por mí, sé que habría sido peor».

El relato de Samuel, en el Antiguo Testamento, narra otra historia de alguien que mostró fidelidad a Dios y a otros mediante la oración. Cuando Saúl fue coronado rey, Samuel también se decepcionó. El pueblo había puesto su fe y esperanza en un monarca en lugar de Dios.

Dios mostró su desagrado mediante una tormenta que aterrorizó al pueblo y le hizo lamentar su decisión (1 Samuel 12:16-18). Cuando le rogaron a Samuel que intercediera por ellos, respondió: «lejos sea de mí que peque […] cesando de rogar por vosotros» (v. 23).

Su respuesta nos recuerda que orar por otros es una manera de mantener a Dios primero en nuestro corazón y vida. Cuando amamos a los demás orando por ellos, abrimos la puerta a ver lo que solo Él puede hacer. Y jamás querríamos perdernos de verlo.

De: James Banks

Reflexiona y ora

¿Cómo orar con regularidad te ayuda a mantener a Dios primero? ¿Cómo orarás por otros hoy?
Salvador poderoso, gracias por orar por mí. Que siga tu ejemplo orando por otros.