Lisa y Freddie McMillan tienen un restaurante singular en Brewton, Alabama. Ofrecen comida caliente a todos los que hagan fila… gratis. Esta pareja ha invertido de sus ahorros para ayudar a los ancianos que a menudo no tienen comida y rara vez disfrutan de ir a un restaurante. En una caja, se reciben contribuciones. Lisa dice: «A veces, no encontramos nada allí. A veces, una nota de agradecimiento. A veces, 1.000 dólares. Siempre tenemos todo lo necesario. Nuestro objetivo es satisfacer la necesidad, restaurar la dignidad y desarrollar la comunidad».

Ocuparse de los necesitados puede parecer una tarea abrumadora, ¡a menos que dependamos de Dios! Los Evangelios registran sobre Jesús alimentando a multitudes e invitando a sus discípulos a participar: «dadles vosotros de comer» (Mateo 14:16). El libro de Hechos nos enseña que, en la iglesia primitiva, los creyentes «tenían todas las cosas en común» y «no había entre ellos ningún necesitado» (4:32, 34). Muchos vendían sus posesiones y daban las ganancias a los apóstoles, quienes repartían «a cada uno según su necesidad» (vv. 34-35). Al entender que sus bienes en definitiva le pertenecían a Dios, invertían voluntariamente en otros lo que tenían.

Dios provee; suple nuestras necesidades para que podamos suplir las de otros.

De:  Elisa Morgan

Reflexiona y ora

¿Cómo te ha provisto Dios? ¿Cómo podemos unirnos a Dios para proveer a los que nos rodean?
Dios, ¡gracias por tu provisión abundante!