Cuando mi amigo Connor toma fotos con su vieja cámara de carrete, no se molesta en buscar una iluminación atractiva, retocar imperfecciones ni recortar nada antiestético. Sus fotos son auténticas. Se destacan en mis redes sociales frente a fotos muy editadas de personas y lugares maravillosos. Aunque poco convencional, su obra es hermosa porque transmite la realidad.

Todos anhelamos lo que es real, pero a veces, la verdad no nos resulta atractiva. Cerca de su muerte, Jesús declaró: «Yo soy […] la verdad» (Juan 14:6). Sus discípulos se preguntaban cómo podrían llegar a la casa del Padre de la que Jesús hablaba con tanto anhelo (vv. 2-3). No veían que Jesús era la respuesta. Les costaba comprender que Él traería la victoria a través de su propio sacrificio.

Isaías profetizó que el Mesías venidero no tendría belleza ni majestad: «sin atractivo para que le deseemos» (Isaías 53:2). Mucho de lo que dijo Jesús fue tan desafiante e inesperado que puso a la gente religiosa en su contra (Juan 11:45-48). Sin embargo, dio una invitación abierta para conocer la verdad y encontrar la vida real. «Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais», dijo Jesús (Juan 14:7). En medio de un mundo retocado y poco realista, ¡hoy podemos abrazar esa hermosa y auténtica verdad!

De:  Karen Pimpo

Reflexiona y ora

¿Buscas la belleza superficial en lugar de la verdad? ¿Cómo puedes aferrarte más y más a las palabras de Jesús?
Jesús, elijo seguirte como fuente de toda verdad.