Con el gesto final del referí, la luchadora Kennedy Blades se convirtió en atleta olímpica 2024. Ella unió las palmas de sus manos, y levantándolas junto con sus ojos al cielo, alabó a Dios. Un periodista le preguntó sobre su avance en los últimos tres años, y esta atleta de élite ni siquiera mencionó su entrenamiento físico, sino dijo: «Me he vuelto supercercana a Jesús». Tras reconocer a Cristo como su rey, alentó a otros a creer en Él. Y agregó: «Él es la razón principal de que pueda llevar a cabo semejante cosa». En otras entrevistas, declaró fielmente que Jesús es todo para ella y la causa de todo lo bueno en su vida.

Esta pasión por vivir una vida centrada en Dios refleja las confesiones de David en el Salmo 63. Reconociendo su ansia por su Creador, dijo: «Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela» (v. 1). Había visto y mirado su poder y su gloria (v. 2), y declarado que la misericordia de Dios es «mejor […] que la vida» (v. 3). Y luego oró: «Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido» (vv. 7-8). Claramente, Dios era todo para David.

Nuestras vidas pueden ser faros que guíen a otros a una relación con Dios que salva cuando Jesús se convierte en nuestro todo.

De: Xochitl Dixon

Reflexiona y ora

¿Cómo refleja tu vida que Cristo es tu razón y tu todo? ¿Qué necesitas entregarle para reconocer que Él es tu rey?
Jesús, ayúdame a vivir siendo tú mi todo.