Daniel y sus amigos se encontraban en una tierra ajena, cautivos de un rey que procuraba aprovecharse de sus habilidades y excepcionales facultades intelectuales. A medida que Daniel alcanzaba la madurez, logró adaptarse al sistema extranjero sin comprometer su fe en el Padre celestial. Rechazaba los alimentos prohibidos, mantenía sus tiempos de oración, incluso enfrentando el castigo, y Dios honró su obediencia y fidelidad. Lo salvó del foso de los leones y le otorgó un favor inmenso. En cada encrucijada, Daniel optó por seguir al Señor. A pesar de las adversidades, soportó situaciones difíciles, pero siempre experimentó la fidelidad de Dios en su protección y provisión.
Los principios bíblicos vigentes durante el cautiverio babilónico siguen siendo válidos. Dios promete dar seguridad a quienes obedecen su Palabra. No promete que no tendremos tiempos difíciles, pero sí dice que estará con nosotros en cada paso del camino (Mt 28.20).
Si usted sabe que hay pecado en su vida, el miedo y la duda serán inevitables. Pero el camino de la obediencia conduce a la valentía y al gozo, sin importar sus circunstancias personales. Daniel se negó a cambiar sus principios, y Dios intervino todas las veces. Él también actuará a su favor.
BIBLIA EN UN AÑO: SALMOS 1-7